Calvinismo, escatología y escuelas cristianas

por Guillermo Green

Durante siglos antes de la Reforma Protestante existían escuelas y universidades en los países Católicos. Sin embargo, estas escuelas fueron casi exclusivamente para preparar sólo dos clases de personas: futuros clérigos y familias de la nobleza. Y como había un ‘pacto de colaboración’ entre la clase política y la clase eclesiástica, la meta de la educación era una sola: mantener una hegemonía de control y comodidad terrenal. La Reforma Protestante del siglo 16 desbarató todo esto.

Tanto Lutero como Calvino, así como los otros reformadores, lucharon por fundar escuelas. Pero ahora la meta era muy diferente. Es más, podríamos decir que la meta era nada menos que revolucionario. Estas escuelas serían para TODOS – pobres y ricos juntos. La meta era nada menos que tener toda una población alfabetizada, preparada, educada y sabia en términos de las Escrituras. ¿En qué consistía esta diferencia?

La diferencia fue un concepto fundamentalmente diferente del reino de Dios. Bajo la “Cristiandad Católica” el concepto del reino de Dios estaba estrechamente ligado a los propósitos políticos / terrenales de la Iglesia Católica. A pesar de ser “universal” en su presentación (en 1202 Inocente III reclamó autoridad sobre todos, hasta sobre los príncipes seculares, en el decreto Venerabilem), realmente la visión era muy estrecha. La lucha por el “reino” de Jesucristo era básicamente política – quién podía eligir reyes, obispos, y organizar crusadas para liberar a Jerusalén.

Cuando los reformadores empezaron a predicar y enseñar todo el consejo de Dios, se les abrió al cristiano común y corriente todo un universo del señorío de Dios. Ahora los cristianos entendían que el plan de Dios tenía un gran pasado, una historia increíble en que se relataba las grandes maravillas de un Dios soberano en control de la historia. Ahora los cristianos entendían que ellos eran parte del este plan de Dios por gracia, tomados y adoptados para la gloria de su Rey. Ahora los cristianos podían apreciar el alcance de la bondad de Dios, que llegaba a todas sus relaciones – familia, matrimonio, trabajo. Ahora los cristianos comprendían y se gozaban de formar parte de un reino divino, caminando hacia adelante sin nada que los pudiera frenar, ¡todo para la gloria de su Redentor! En pocas palabras, la Palabra de Dios les abrió los ojos para ver un increíble reino divino que reclamaba cada aspecto de este mundo, y con la esperanza de que formaban parte de un plan histórico que tenía un pasado, un presente y un futuro. El corazón de su fe era doctrinal – el glorioso Evangelio de Jesucristo recibido por la soberana gracia de Dios. Pero las implicaciones del Evangelio eran universales, afectando toda área de su vida y la sociedad. Esto motivó a los creyentes protestante de tal manera que nada podía pararlos – ni amenazas, ni hogueras, ni torturas, ni pobrezas, ¡ni ejércitos!

Han pasado muchos años desde esos días de combate, lucha, y nuevo nacimiento. Desafortunadamente hay que reconocer que cada generación debe luchar mucho por mantener viva esta esperanza, o re-descubrirla. Hoy la misma iglesia evangélica, que se supone es heredera de la Reforma Protestante, ha perdido vista en gran parte de una visión vigorosa del reino de Dios, durmiendo una vez más el sueño de los “terrenales”, al igual que Roma antes de la Reforma. Y por supuesto, la visión para la escuela cristiana es afectada. Termina siendo – ¡una vez más! – una institución para preparar a nuestros hijos a vivir felíces en el presente, pero no pensando en un furioso reino de Jesucristo que reclama cuerpo y alma para la gloria de Dios en un mundo de combate mortal entre enemigos eternos.

Escuelas Reformadas de combate son muy diferentes a cualquier otro tipo de escuela. Porque son escuelas “escatológicas”. La escatología es el estudio del gran plan de Dios desde el comienzo del mundo hasta el final. La escatología coloca a todo el personal dentro de una historia real – con un pasado tan real que afecta el presente de forma imponente, inmediata y profunda. Y la escatología coloca al estudiante, junto con sus profesores y todo el personal, ante el llamado de su Rey a darle a él toda la gloria hoy, y el resto de sus días.

Las implicaciones son muchas. Diremos unas cuantas de manera muy superficial. Primero – la educación es una tarea del reino sumamente seria. Tanto los esfuerzos intelectuales de los profesores, así como los alumnos, se toman en serio. Hay muchas formas de transmitir el hecho de que estamos ante una vocación “seria”, porque trasciende a todo individuo. Somos parte nada menos de un “reino”, y Dios es nuestro Rey. Por supuesto que disfrutamos y nos divertimos en la escuela. Pero debe haber un sentir de lo serio que es este empeño. Le toca al profesor transmitir esta mística de las formas que pueda.

En segundo lugar, todo combate requiere sacrificios hoy en favor de victoria futura. El calvinismo introdujo el enfoque escatológico a la vida, matando una vez por todas el mal impío de vivir sólo para el presente. Demasiados cristianos son “ateos” en su forma de ver la vida, y su visión es para el presente, o por lo menos para un ‘futuro’ a muy corto plazo. El calvinista está dispuesto a sacrificar comodidad hoy para poder lograr victoria para su Dios el día de mañana. Implica una medida de austeridad – de parte de todos. Desde el personal, a los alumnos y a los padres se debe enseñar esta visión escatológica. En mi experiencia, una mayoría tanto de personal como padres todavía mide la “excelencia” y el “éxito” comparando la escuela Reformada con otras escuelas no-escatológicas. Pero no estamos compitiendo con los que son del reino de este mundo. Somos subversivos a los reinos de este mundo. Todavía falta mucho por comunicar a los padres de familia (y al personal) la gloria de practicar la austeridad hoy para ganar victorias mañana.

En nuestro caso particular de CECRE, los primeros años requirieron tremendos sacrificios. Realizábamos clases en la capilla de la iglesia Presbiteriana y Reformada de Tepeyac, lo cual requería acomodar el salón cada lunes para clases (subir las bancas al plataforma, sacar las divisiones, mamparas, pupitres, etc), y guardar todo el día viernes. Esto lo hicimos durante tres años. Luego que iniciamos las clases en una escuela bajo construcción, los alumnos estudiaban en aulas sin puertas ni ventanas, que se llenaban de polvo en el verano y agua por las lluvias del invierno. Se realizaron clases en una escuela bajo construcción durante cinco años. Se entendía que la lucha valía la pena, y que no duraría para siempre. El peligro para el tiempo presente es que hoy se aprovecha de los sacrificios del pasado, las incomodidades del pasado, para disfrutar hoy del fruto. ¿Qué sacrificios haremos para poder construir la administración del colegio? ¿Qué sacrificios haremos para reforzar todavía más áreas cruciales para una visión escatológica? ¿Qué sacrificios haremos para una universidad cristiana? A todos nos gusta que nos pongan en la mano un trabajo terminado. Pero eso es traicionar la visión escatológica de la vida. Tenemos que hacer nuestros sacrificios para pasar a la próxima generación algo valioso para su lucha.

En tercer lugar requiere cumplir las palabras de Hebreos 5:12: “Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”. Ser un cristiano mediocre tal vez sirva para que no lo pongan en disciplina en su congregación local, pero no sirve para ser profesor en una escuela escatológica del reino de Dios. Estamos conscientes que la tarea de ser maestro es una vocación bastante ocupada – hay clases, tareas, exámenes, reuniones, etc. Sin embargo, esta vocación en especial requiere el estudio profundo tanto de la Palabra de Dios, así como su aplicación en el reino de Dios. Es bueno que los profesores avancen en sus carreras académicamente. Pero a veces se ve mucho más interés en otro título académico que el título que sólo Dios da mediante el estudio de su Palabra: “Sabio”.

Sin lugar a dudas el calvinismo revolucionó la educación cristiana. Tenemos el gran don de ser hijos de la Reforma protestante, y a la vez, el gran desafío a serle fiel al Dios de la Reforma. El calvinismo volvió a colocar al cristiano plenamente en medio del plan divino de Dios, aquél plan “escatológico”, un plan que comenzó en el principio del mundo y se completará perfectamente en el día final. Los cristianos nos gloriamos en formar parte integral e importante en este plan que concluirá cuando “toda la tierra esté llena de la gloria de Dios”.

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